miércoles, 17 de noviembre de 2010

Uchiha Artheus: El comienzo (III)

CAPÍTULO CUARTO: RENACE LA ESPERANZA

Tras aceptar la propuesta dada por el Tsuchikage, nuestro Clan se instaló en la Villa de la Roca prestando nuestros servicios de Shinobi a la causa.

Tras entrar, mis padres propusieron al Tsuchikage que me hiciera las pruebas de acceso a Jounin puesto que aunque tuviera poca edad (contaba con 18 años) había demostrado una gran habilidad en el manejo de las técnicas ninja ya fueran Genjutsu, Taijutsu o bien Ninjutsu.

Había ido lo más equilibrado posible aunque siempre los Genjutsu me llamaron mucho la atención, tanto que incluso había comenzado ya a preparar mi propia técnica ilusoria aunque todavía no era capaz de utilizarla.

Pasé sin mucho esfuerzo las pruebas de Jounin y me pusieron como guardia personal del Tsuchikage dado que mi Sharingan era lo suficientemente avanzado como para detectar cualquier movimiento extraño.

La guerra tocaba a su fin, la facción Mitsura se había visto reducida y la única villa en pie era la de la Roca y a los Uchiha nos tocaba defenderla con nuestra vida.

Al principio todo parecía ir bien pero, sin saber el porqué, todo se torció.

Todo comenzó así:

Habían pasado siete años desde que el clan Uchiha se había incorporado a la Roca para defenderla y ese día me encontraba, como siempre, en el despacho del Tsuchikage para protegerlo y servirlo en cualquier misión de rango alto que pudiera llegar en cualquier momento.

Mi turno estaba a punto de terminar cuando un Shinobi de la Roca apareció malherido, casi muerto en el despacho donde nos encontrábamos.

A duras penas, logró contarnos que la alianza Konoha/Arena se había lanzado al ataque contra la Roca y que al ser el último bastión de defensa, debíamos defenderla a toda costa.

Apenas terminó de decir esas palabras, murió envuelto en una llamarada de fuego, dando a entender que se trataba de un Anbu, tomé aire y tanto el Tsuchikage como yo, nos miramos durante un momento y sin mediar palabras, ambos salimos por la puerta a toda prisa mientras que yo desenvainaba la katana que siempre llevaba conmigo desde que me aceptaron con Jounin y con la cual había ido cogiendo destreza a la hora de canalizar mi chakra hasta ella sobre todo con el elemento Raiton el cual había ido dominando ya con facilidad.

La aldea estaba totalmente revuelta y mi Clan había salido a la lucha con mis padres a la cabeza de un escuadrón y yo a la cabeza de otro. Con unas simples instrucciones impartidas por el Tsuchikage nos dirigimos hacia nuestros respectivos destinos siempre en comunicación por los radiotransmisores que teníamos.

Mi grupo entró enseguida en una batalla cruenta y sangrienta como ninguna. Muchos enemigos cayeron ante nuestras mortíferas técnicas Katon que dominábamos con maestría y nuevamente el olor a carne quemada inundó mi nariz, provocándome una nueva oleada de asco al que poco a poco (y por desgracia) me estaba acostumbrando.

Recibía mediante el transmisor órdenes directas del Tsuchikage mediante la cual coordinaba nuestros movimientos y así podíamos avanzar. Mediante el canal privado recibí una transmisión de mis padres en las que me pedía que los cubriera puesto que las oleadas de Shinobis eran cada vez más fuertes.

Cuando acabamos con nuestro trabajo, decidimos ir a ayudar a mis padres a toda prisa pero, por alguna extraña razón el bosque por el que nos movíamos estaba en total silencio y no se escuchaba ruido de peleas.

Intenté contactar con mis padres pero por alguna razón, las comunicaciones se habían cortado totalmente y no era capaz de restablecerla. Al llegar al lugar dónde teníamos que encontrarnos con mis padres para proporcionales refuerzos, nos encontramos con que allí solo quedaban cuerpos de Shinobis de la Arena y la Hoja esparcidos por todos lados pero no había rastro de ninguno de los nuestros.

Envié a dos de los nuestros para una misión de rastreo alrededor de la zona para ver si encontrábamos algo y tras un rato de búsqueda intensiva, volvieron con las bandanas de la Roca pero sin cuerpo alguno.

Preocupado dispersé a todo mi grupo por la zona para intentar encontrar a los desaparecidos mientras que yo me centraba en la búsqueda de mis padres.

Con el Sharingan activo, miraba hacia todos lados para evitar que se me pasara algo y me tendieran una emboscada. Me paré de repente cuando recibí una nueva transmisión, algo cortada en la que entendí a mi madre decir que fuera rápido y algo de mi padre que se encontraban al lado del Tsuchikage protegiéndolo.

Me di la vuelta a toda prisa y con toda la rapidez que tenía me dirigí hacia las puertas de la Villa, lugar donde habíamos quedado al Tsuchikage. Cuando llegué me encontré a los tres (mi padre malherido de gravedad, mi madre con heridas diversas y profusas y el Tsuchikage igualmente malherido que mi padre o incluso peor).

Viendo que una lluvia de Shurikens los amenazaban, logré lanzar un Katon Ryūka no Jutsu logrando que se desviaran una gran parte y la otra cayeran directamente al suelo, fundidos o semifundidos por las altas temperaturas a los que las había sometido.

La katana voló de la vaina pasando a empuñarla con firmeza mientras la furia crecía dentro de mí sin saber cuanto más podría aguantarla.

Las primeras líneas de Shinobis enemigos cayeron ante mi arma y los Ninjutsus, Genjutsus y Taijutsus que había aprendido a lo largo del entrenamiento al cual me habían sometido mis padres durante el tiempo que habíamos estado vagando de un lugar a otro.

Agotado por el uso excesivo de Chakra y del Sharingan, no vi llegar una nueva oleada de Kunais y Shurikens dirigidos hacia mí. Cuando quise darme cuenta los tenía encima pero mis músculos se negaban a hacer nada para defenderme asique lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y esperar una muerte que nunca llegó.

Al abrir los ojos, me encontré con que mis padres me habían servido de escudo humano, evitando así que las armas llegaran a tocarme. Sin poder decirme nada, se desplomaron muertos, con los ojos abiertos y una expresión llena de orgullo hacia (lo que después de algún tiempo comprendí) mí.

El ansia, el dolor, la angustia, la presión… todos esos sentimientos estallaron dentro de mí haciéndome abrir las dos primeras puertas para restablecerme totalmente y así poder continuar la batalla.

Sentí una nueva sensación en mis ojos, por algún extraño motivo era capaz de comprender mejor el lanzamiento de Genjutsus oculares e incluso comprendí mi propio Genjutsu, pudiéndolo lanzar sin la realización de ningún sello a los Shinobis que se encontraban enfrente de mí.

Vi cómo todos los que habían tenido contacto visual conmigo se retorcían de miedo y caían fulminados con marcas de quemaduras en la piel que no desaparecían.

El odio seguía aflorando por todo mi ser abriendo la tercera puerta, la de la Vida permitiéndome moverme con mucha más rapidez evitando así los golpes de los que había sobrevivido al Genjutsu.

Poco duraron puesto que el filo de mi Katana se había convertido en una hoja de electricidad que sesgaba vidas por todos lados, intentado calmar la sed de venganza que en esos momentos reinaba en lo más profundo de mi ser.

Al ver cómo los Shinobis salían despavoridos, intenté seguirlos pero me costaba moverme debido al sobreesfuerzo que me había provocado la apertura de las tres primeras puertas.

Dando un puño al suelo me eché a llorar desolado por la pérdida de mis padres puesto que habían sacrificado para evitar que muriese en la batalla.

El Tsuchikage se acercó a mí con aire afligido mientras intentaba sanar sus heridas con un Ninjutsu médico para mí desconocido. Me puso una mano en el hombro intentando que me calmara y al alzar la mirada para fijarla en él vi, por segunda vez en mi vida, un rostro sorprendido por lo que veía.

Sacó un espejo que llevaba en el portakunai y me lo tendió para que me mirase en él.

El espejo me devolvió el reflejo de un chaval con unos ojos en los cuales las tres aspas del Sharingan se habían juntado en el medio formando una sola sin llegar a definirse del todo.

Entonces recordé que mi madre me había contado que el Sharingan podía evolucionar más allá de las tres aspas siempre y cuando el usuario hubiera sufrido una experiencia muy fuerte en un momento determinado de su vida denominándose este nuevo Sharingan el Sharingan de Transición.

Mi limpié el resto de las lágrimas que junto con el polvo del terreno habían creado en mi cara dos surcos que atravesaban mis mejillas.

Ayudando al Tsuchikage, me incorporé para ir de nuevo a la Villa y así comprobar los desperfectos que habíamos sufrido durante la batalla.

El número de muertos me dejó helado puesto que habían minado el poder del Clan Uchiha casi a cero. El Tsuchikage, consciente de mi pesar y dolor me dio descanso durante el tiempo que necesitara y así pues me marché a mi casa.

Al llegar la vi solitaria, vacía y fría al no haber allí nadie. Despacio y sin ánimos me tumbé en mi cama y me dormí deseando que todo fuera un mal sueño y que cuando despertara nada de lo vivido hubiera ocurrido pero como la vida es injusta (en esos momentos pensaba así) al despertarme vi que todo seguía igual y que la sangre de los Shinobis de la Arena y de la Hoja se había secado en mi ropa y piel, formando unas costras desagradables que apenas se fueron tras una ducha de un par de horas.

Preparé de nuevo mi equipo y mi ropa de trabajo y cuando estuve listo marché hacia la mansión del Tsuchikage. Al llegar allí, vi que los médicos del Hospital de la Roca se habían movilizado hasta la habitación del Tsuchikage, cargando con diversos frascos y pomadas varias.

Al preguntar me dijeron que algún veneno estaba atacando el cuerpo del Tsuchikage y que apenas podía articular palabra puesto que le estaba paralizando todo los músculos.

Me lancé a toda prisa a su habitación apartando a todo aquel que se interpusiera en mi camino puesto que, tras la pérdida de mis padres, el Tsuchikage era la única “familia” que me quedaba dado que los Uchiha sobrevivientes se habían dispersado por todos lados.

Al llegar a su habitación, un olor a enfermedad me taponó la nariz, haciendo de tripas corazón me coloqué a su lado cogiendo su mano, dándome cuenta que la tenía helada.

En esos momentos abrió los ojos, totalmente desenfocados por la fiebre que lo atenazaba y despacio, costándole una vida el pronunciar cada palabra me confió la villa a mí, a un Shinobi que había llegado recientemente el Tsuchikage lo estaba nombrando su sucesor.

Tras decir esto y con los médicos intentando estabilizarlo, el Tsuchikage expiró su último aliento justo el mismo día en el que la Guerra tocaba a su fin.

Los médicos allí presentes, se quedaron mirándome esperando alguna orden mía dado que yo era (aun no oficial) el nuevo Tsuchikage.

Con un temblor ligero de voz ordené a los médicos que se encargaran de prepararle un funeral al anterior Tsuchikage para poder enterrarlo como él se merecía. Tras el entierro y la reunión de todos los ancianos del país de la Roca, aceptaron por unanimidad que fuera un Uchiha el Tsuchikage de la Roca puesto que nuestro clan había servido bien en las defensas de la villa y si el anterior Tsuchikage me había elegido como su sucesor, sería porque había depositado en mí su confianza.

Una vez se hizo oficial la noticia, salí a la zona más alta para que todos pudieran verme como su nuevo Tsuchikage.

La salva de aplausos y aceptación fue total mientras que para nosotros, para el Clan Uchiha, resurgía en nuestros corazones una nueva esperanza, una esperanza brillante que se alzaba como se alza el Sol después de una tormentosa noche o como el majestuoso halcón alza el vuelo tras una noche de descanso.

EPÍLOGO

Mi nombre es Uchiha Artheus, Tsuchikage de la Villa Oculta de la Roca situada en el País de la Roca.

Desde aquí hago un llamamiento a todos los Uchiha que, durante la batalla final en las puertas de la Roca, se dispersaron y ahora se encuentran repartidos por todo el mundo para que vuelvan a su hogar, junto a los suyos, puesto que ahora, la Roca es el hogar de los Uchiha, lugar desde el cual nuestro Clan renacerá de sus cenizas volviendo con fuerza para intentar proteger aquello que queremos y amamos.

Este es mi deseo y espero que mientras me quede un soplo de vida en mi cuerpo, logremos que nuevamente el Clan se alce poderoso, evitando los errores del pasado, permitiéndonos tener así una vida mucho más pacífica y tranquila que la de hace ya años.

Una vida que nos permita enmendar los errores pasados y que, gracias a nuestros avances, consigamos nuevamente ganarnos el respeto de la gente sin que nos temas por nuestras técnicas ninja.

Ese es mi deseo que espero verlo cumplido antes que mis ojos se cierren por última vez.

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