miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mi hermano

Mi Hermano


Apenas entendía nada de lo que se estaba hablando, palabras sin sentido azotaban mi cabeza, llenándola de ideas como “bondad”, “cariño”, “simpatía”...
- No saben nada...no sabían nada de él...
Mientras pensaba esto, los recuerdos de aquel día volvieron a mi memoria.
Me encontraba en clases de física, tercera hora, cansado de tantos números sin sentido que nublaban por completo la pizarra, fue entonces cuando la puerta se abrió y pasó la directora. Nos sorprendió mucho puesto que, apenas visitaba las clases salvo a principio y final de curso, ese día preguntó por mí:
- Álvaro... por favor, ha... llamado tu madre, tienes que venir conmigo, tengo una cosa que decirte...
Sin recoger apenas mis cosas, salí del aula y anduve tras ella hasta llegar a su despacho, me invitó a que me sentara y tras esto, ella tomó asiento en frente de mí:
- Álvaro, no voy a dar rodeos, acaban de ingresar a tu hermano en el hospital... parece que es grave, tus padres quieren que vayas hacía allí ahora mismo...
Sin pensarlo dos veces ni tan siquiera responder, salí a toda prisa de su despacho. Entré nuevamente en el aula y sin dar explicaciones salí con la mochila a medio cerrar.
Corrí como nunca, en esos momentos parecía que mis pies llevasen alas, puesto que llegué en menos de media hora a Urgencias. Allí, mi padre me explicó que Kevin había caído inconsciente en clase y lo habían traído hasta aquí.
Dos horas más tarde, nuestra madre salió y me abrazó con fuerzas, casi llorando nos explicó, a mi padre y a mi, que le estaban haciendo pruebas a Kevin y que los resultados nos lo darían en cualquier momento.
Tras unos minutos, el doctor Cerradilla, nos atendió en su despacho, comunicándonos que Kevin sufría una deficiencia cardio pulmonar severa, en otras palabras, mi hermano se estaba muriendo y los médicos no podían hacer nada por él. Dado que el médico nos dijo que no podría aguantar muchas más horas, decidimos quedarnos allí todo el día, sin apenas hablarnos, solo para preguntarnos que hora era.
Eran las ocho de la tarde del día 24 de Noviembre cuando el corazón del pequeño Kelvin dejó de latir. Mis padres sin poder resistirlo lloraron amargamente, sin embargo, mis lágrimas se habían congelado puesto que no podía llorar.
Ahora, y tras el velatorio, mi hermanito podrá descansar tranquilo. Me acerqué para verle por última vez, dejando entre sus manos el peluche que tanto quería y con el que yo siempre le hacía de rabiar.
Más recuerdos me asaltaron sin piedad, recordando que toda mi vida la había pasado con él y sin poder contenerme, al fin lloré.

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